En cierto punto, la geografía de la Feria del Libro puede tornarse monótona. Pabellón tras pabellón, los volúmenes se acumulan en mesones y anaqueles. De pronto, una actividad rompe el paisaje: son dibujantes regalando arte en vivo. Imposible no detenerse a contemplar cómo les dan forma a los murales, felpa en mano y con la creatividad liberada. La propuesta impulsada por el proyecto Grafito fue una de las sorpresas que proporcionó el stand de Tucumán durante la Feria realizada en Buenos Aires.
Seis dibujantes tucumanos llegaron a La Rural decididos a poner manos a la obra, sin que las miradas ansiosas o las opiniones al paso consiguieran que les temblara el pulso. Todos formaron parte de Grafito, la antología de historietistas tucumanos que lleva publicados tres tomos desde 2015 y ya prepara el cuarto. Cada uno de ellos tomó un mito del NOA, lo convirtió en cómic y lo plasmó, finalmente, en las planchas de acetato que sirvieron como lienzo para sus trabajos.
Cecilia Gómez (“El Familiar”), Aureliano Acevedo (“El Supay”), Lucía Felipe (“La cabeza de la bruja”), Lucio Mauroyriñis (“El Coquena”), Emanuel Molina (“La flor del cactus”) y Jonás Ramón (“La Viuda Blanca”) protagonizaron esta movida, respaldada por la Secretaría de Extensión de la UNT -con la coordinación de Gustavo Calleja-, el Ministerio de Desarrollo Social y la Casa de Tucumán. No fue sencillo conseguir el financiamiento, así que hubo clima de festejo una vez que recibieron luz verde para viajar.
La elección de los temas se basó en la necesidad de diferenciarse, en el contexto de una oferta gigantesca como la de la Feria del Libro, que en materia de historietas recorre infinidad de editoriales y autores, nacionales y extranjeros. Apelar a los mitos y leyendas tucumanas -tan vigentes a la vez en las provincias vecinas- fue un acierto, porque el público se enganchó con la propuesta. “Otro punto interesante es la variedad de estilos que tienen los seis para dibujar -sostuvo Calleja-. Las chicas, por ejemplo, están más influenciadas por el manga; los chicos van de lo clásico y el western al cartoon. Eso enriqueció la producción”.
Cada historia contó con una vuelta de tuerca en la trama. Por caso, para “El Familiar” Gómez dibujó una versión libre, escrita por Amira Juri, en la que el temible perro termina sellando un pacto con un niño. “La flor del cactus”, considerada una saga romántica a lo “Romeo y Julieta”, derivó en un cuento de guerra en manos de Molina. “La cabeza de la bruja” surgió a partir de un taller organizado en una escuela cerca del límite con Santiago del Estero. Fueron los chicos los que contaron la historia de esa cabeza que sobrevuela los cañaverales asustando a los desprevenidos, y Lucía Felipe terminó dibujándola. Seguramente muchos escucharon esa narración como la leyenda de La Umita.
“El Supay” no es otro que el diablo, pero en esta adaptación de Calleja con dibujos de Acevedo, encuentra la horma de su zapato y sufre el engaño de un tucumano, que no podía ser otra cosa que un político. “El Coquena”, legendario pastor de vicuñas, se encarga de castigar a un cazador en las viñetas de Mauroyriñis; mientras que “La Viuda Blanca” mantiene la fidelidad a la clásica historia de la chica fantasma que hace dedo en la ruta, dibujada por Jonás Ramón y también a partir de un guión de Calleja.
El desafío para los seis fue transformar cada una de esas historietas, publicadas en Grafito y replicadas en los anotadores que se regalaron en la Feria (ver nota aparte), en murales de 1,20 por 2 metros. Y hacerlos en vivo, mientras el ojo -por lo general crítico- del público acompañaba cada trazo. Fue tan bueno el resultado que los originales quedaron en la Casa de Tucumán, con la idea de emplearlos para armar una muestra itinerante.
A los seis los emparenta la juventud, el amor por el arte y la pasión por un género -la historieta- al que ya nadie se anima a calificar de menor. Se diferencian, eso sí, en los gustos, las lecturas, las influencias y, por supuesto, el estilo. En ese universo de referencias se mezclan la literatura fantástica, Sailor Moon, el impresionismo, Oesterheld, Breccia, Garfield, Snoopy, Lovecraft, Frank Miller, Lucho Olivera, Salvador Sanz, el manga y sus robots, Batman… Ese aluvión transcultural marca, a vuelo de pájaro, cómo la construcción de la identidad del cómic tucumano se nutre de infinidad de fuentes. Es lo que apreciaron, a fin de cuentas, quienes vieron a los creadores en acción durante la Feria del Libro.
6.000 anotadores de regalo
a casa con los mitos
El público se llevó un excelente regalo del stand de Tucumán. Se imprimieron 6.000 anotadores, de muy buena calidad, que incluyeron en las páginas iniciales los comics completos sobre los mitos y leyendas del NOA. Como fueron seis las historias elegidas, se hicieron 1.000 de cada una (en la foto, el anotador que contenía “La flor del cactus”). Acompañó la edición de la historieta una minibiografía del dibujante correspondiente. Como era de esperar, la demanda fue altísima.
6.000 anotadores de regalo
A casa con los mitos
El público se llevó un excelente regalo del stand de Tucumán. Se imprimieron 6.000 anotadores, de muy buena calidad, que incluyeron en las páginas iniciales los comics completos sobre los mitos y leyendas del NOA. Como fueron seis las historias elegidas, se hicieron 1.000 de cada una (en la foto, el anotador que contenía “La flor del cactus”). Acompañó la edición de la historieta una minibiografía del dibujante correspondiente. Como era de esperar, la demanda fue altísima.
fuente: lagaceta.com.ar
ph: Analía Jaramillo